Cómo evitar las redundancias al momento de escribir

Como evitar las redundancias al momento de escribir

Redactar va mucho más allá de simplemente escribir palabras de manera ordenada. La redacción es una habilidad que implica claridad, coherencia y precisión al expresar ideas. Entre las cualidades más importantes de un buen texto se encuentran la brevedad y la economía del lenguaje, es decir, la capacidad de comunicar un concepto o una idea con exactitud, sin utilizar palabras innecesarias. Sin embargo, con frecuencia tendemos a omitir estas características al momento de escribir, lo que afecta la calidad del mensaje.

Uno de los errores más comunes en la redacción es la redundancia. Las redundancias consisten en la repetición innecesaria de ideas, conceptos o palabras que ya han sido mencionados o que se sobreentienden por el contexto. Este recurso, lejos de enriquecer el texto, se convierte en el principal enemigo de la concisión y puede generar confusión, cansancio o pérdida de interés en el lector.

Al redactar, muchas personas tienden a realizar explicaciones excesivamente detalladas o a utilizar un lenguaje demasiado cortés y repetitivo, creyendo que esto mejora la comprensión. No obstante, este exceso suele provocar textos largos, poco dinámicos y con ideas repetidas que no aportan información nueva. La clave está en encontrar el equilibrio entre explicar correctamente y evitar repetir lo evidente.

Es importante señalar que no existe un solo tipo de redundancia. De hecho, hay diversas formas en las que estas pueden aparecer en un texto, y en más de una ocasión las utilizamos sin darnos cuenta. A continuación, se presentan algunas de las redundancias más frecuentes que suelen cometerse al escribir.

Una de ellas es la redundancia léxica, que ocurre cuando se repite una misma palabra o expresión en un mismo párrafo sin necesidad. Por ejemplo, utilizar reiteradamente un término cuando existen sinónimos o cuando la idea ya quedó clara en la oración anterior. Este tipo de redundancia empobrece el estilo y vuelve monótono el texto.

Otra forma común es la redundancia semántica, que se presenta cuando se combinan palabras que expresan la misma idea. Ejemplos clásicos son expresiones como “subir arriba”, “bajar abajo”, “entrar adentro” o “salir afuera”. Aunque estas frases son frecuentes en el lenguaje oral, en la escritura formal deben evitarse, ya que el verbo por sí solo ya contiene el significado completo.

También encontramos la redundancia sintáctica, relacionada con el uso innecesario de estructuras gramaticales que repiten información. Esto suele suceder en textos extensos, cuando el autor retoma una idea varias veces sin aportar nuevos elementos, creyendo que así refuerza el mensaje.

Evitar las redundancias no significa escribir textos fríos o demasiado breves, sino aprender a expresar las ideas de manera clara y directa. Para lograrlo, es recomendable releer el texto una vez finalizado y preguntarse si cada palabra cumple una función real dentro del mensaje. Si una frase puede eliminarse sin afectar el sentido del texto, probablemente sea redundante.

Además, ampliar el vocabulario, utilizar sinónimos adecuados y planificar previamente lo que se va a escribir son estrategias clave para mejorar la redacción. La práctica constante y la revisión consciente permiten identificar estos errores y corregirlos con mayor facilidad.

En conclusión, reconocer y evitar las redundancias al momento de escribir es fundamental para lograr textos claros, precisos y agradables de leer. Una buena redacción no se basa en la cantidad de palabras, sino en la calidad del mensaje que se transmite. Aprender a eliminar lo innecesario es un paso esencial para mejorar nuestras habilidades comunicativas y producir escritos más efectivos.

1. Rodeos innecesarios.

Fallamos cuando queremos expresar una situación o evento específico utilizando muchas palabras, y que, al eliminarlas se podría entender el escrito.

Ejemplo.

Si usted me permite muy respetuosamente el permiso, procederé en esta oportunidad presentada para intentar, en la posibilidad de mi alcance, la explicación detallada de la situación que sucedió.

Forma concreta.

Solicito permiso para explicar la situación.

 

2. Exceso de formulismo.

Cuando redactamos dirigiéndonos a un superior o a una persona respetada, solemos caer en este tipo de redundancia para expresar el aprecio y admiración por a ella.

Ejemplo:

Estimado y respetado Señor, me dirijo a usted con el más sincero agradecimiento ante el favor pedido, le recuerdo que cuenta con un atento y seguro amigo.

Forma concreta.

Señor, le agradezco el favor pedido, estoy a su disposición.

 

3. Uso de redundancias.

Es la repetición de lo que se dijo.

Ejemplo:

Yo creo en mi interior que usted es la única persona indicada para reiniciar de nuevo la investigación llevada a cabo hace 3 meses atrás.

Forma concreta.

Pienso que usted es el indicado para reiniciar la investigación de hace 3 meses.

 

4. Exagerado celo explicativo.

Se da cuando queremos explicar un tema, situación o evento y lo hacemos de diferentes maneras.

Ejemplo:

Las personas que se encontraban o estaban en ese lugar, no sabían, conocían o entendían la situación que se estaba dando, es decir, no comprendían lo que acontecía.

Forma concreta.

Las personas no entendían lo que sucedía.

 

5. Contagio de cotorreo.

Este tipo de redundancia comienza con un objetivo claro, pero se va dispersando con lo que se dice y finalmente retoma el camino inicial.

Ejemplo:

Después de la conversación que tuvimos en la conferencia de Cartagena, situación que me pareció muy agradable y en esta ciudad tan bella, llena de historia y presencia, realmente no conocía Cartagena hasta esa charla y fue muy valiosa la experiencia; debo decirles que me uno a su negocio.

Forma concreta.

Después de la conversación durante la conferencia en Cartagena, debo decirles que me uno a su negocio.

Teniendo el conocimiento de algunas de las redundancias en las que incurrimos, solo es cuestión de tiempo y práctica para que empieces a eliminarlas de tus escritos y a reconocerlas en los textos de otras personas.

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Maria P. Vergel I.

Autor

Soy Psicóloga de la Universidad El Bosque, vinculada a IPLER como profesora en el área de Español. Mi misión es ayudar a las personas a mejorar su comprensión, escritura y expresión enfocado al contexto en el que lo necesiten, ya sea académico, laboral o personal, generando estrategias para hacer del aprendizaje un proceso llamativo y efectivo